Victoria Escalante
Durante los novecientos días que duró el Sitio de Leningrado, el Hermitage -vacío tras una apresurada evacuación- sirvió a los habitantes de la ciudad como refugio, calor y consuelo ante una situación inhumana. Durante novecientos días, el edificio que fue reflejo de la grandeza de Rusia, sufrió daños inevitables al proteger a la población. Tan sólo un momento de esta historia es lo que vemos en El Arca Rusa (Alexander Sokurov, 2002): la escalofriante imagen de una galería donde un hombre construye su propio ataúd con la madera de lo que alguna vez fue un marco. La película da una vuelta por el Palacio de Invierno antes de que éste fuera el Hermitage en una crónica de tres siglos de historia rusa a través de los eventos que se dan dentro del edificio.
Fotogramas de ‘El Arca Rusa’ (Alexander Sokurov, 2002)
Paralelamente, con Francofonia (2015) Alexander Sokurov nos cuenta la historia de la ocupación nazi en París y la exitosa colaboración entre dos hombres, un funcionario francés y un militar alemán, por preservar el Louvre de una guerra que ha dejado incalculables estragos en la cultura europea. Irónicamente, el Louvre es un enorme contenedor de trofeos de guerra y objetos expoliados tras la carrera arqueológica. Cuando camina Napoleón por las galerías nocturnas y vacías, no solo dice «c’est moi» ante su imagen, lo dice ante el resultado físico de sus campañas. La idea termina de coger fuerza cuando Marianne -el símbolo de la revolución francesa- grita por los corredores el mayor trofeo que se llevó el pueblo después de la Revolución: el Louvre en sí mismo.
Fotogramas de ‘Francofonia’ (Alexander Sokurov, 2015)
Tanto el Louvre como el Hermitage fueron palacios que tras una revolución, cumplieron un ciclo natural de cambio de tipología: el edificio donde habitaron unos gobernantes obsoletos sirve ahora para preservar y exponer la cultura de la nación lograda; de palacio a museo. Ambos museos se han vuelto un símbolo nacional, una metáfora del poder del pueblo; ambas películas tienen un tono nacionalista. «¿Qué sería de Francia sin el Louvre?», nos pregunta el director; ¿Que sería de Rusia sin el Hermitage?
Pórtico de los Atlantes durante el Sitio de Leningrado
Alexander Sokurov entiende el paralelismo entre edificio y colección: contenedor y contenido. Tanto el Louvre como el Hermitage tienen tanta historia como cualquiera de los objetos que albergan, ¿no será que el contenedor es parte de la colección, que el contenedor refuerza el valor histórico de los objetos? El tema que reina en ambas películas es aquél de la historia y su conservación, del entendimiento del museo, de la cultura, como un arca que flota por océanos agitados, bajo el peligro inminente de perder su carga. Sin embargo, no nos deja pasar de largo que la carga más importante es la que soporta al contenido, el contenedor, el barco en sí.
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Muy interesante artículo, bien documentado. Felicidades, me gustó mucho desde la redacción hasta la propuesta. Sigan escribiendo artículos con esta calidad.