Por Gonzalo Basulto , arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Valladolid
Fotograma de La Llegada (2016). Una de las doce naves alienígenas sobre el mar de China
El cine y la arquitectura se construyen a través del tiempo y del espacio. Ambas son capaces de crear historias sugiriendo millones de sensaciones a quien esté sentado en la sala de un cine o recorriendo un edificio por primera vez. Pero sin duda, son las películas y las arquitecturas que transforman nuestra percepción del mundo y sus reglas físicas las que más nos inquietan, por su sorpresa, por su maestría para engañarnos y por abrirnos la mente a otras formas de asimilar nuestra vida.
Con su última película, Denis Villeneuve nos ha demostrado su enorme capacidad para contar, tanto en el guión como en la imagen, experiencias tan complejas que pueden darle la vuelta a nuestro modo de entender la realidad. Sí, en el tiempo y en el espacio, La llegada, no sólo abre un nuevo capítulo en la filmografía de ciencia ficción, sino que establece las claves para entender de una manera más contemporánea el espacio que habitamos, los territorios que conquistamos y la forma en la que nos relacionamos a través de ellos.
Fotograma de La Llegada (2016). La doctora Banks interpretando el lenguaje alienígena
La doctora Louise Banks (Amy Adams) es una reputada lingüista que se encargará de descifrar el lenguaje de unos alienígenas recién llegados a la Tierra en unas naves de apariencia muy peculiar. A esta inconmensurable labor se une la historia personal de la protagonista, marcada por el dolor del recuerdo de su hija, que se introduce en la historia a modo de retazos y fragmentos que acabarán construyendo la película de una forma magistral. Hablar de flashbacks o flashforwards en esta cinta se queda corto. La relatividad del tiempo hace que entiendas la película como un todo, como un mensaje que llega completo, que te va calando y no tiene principio ni final. A pesar de ser una técnica clásica ya en el cine de ciencia ficción, en La llegada no solo se convierte en un medio para narrar los sucesos, sino en la clave para entenderlos. El tiempo es a la vez el mensaje y el mensajero.
Maqueta del Rolex Center de SANAA (2010) donde se aprecia la simultaneidad de acciones
En la arquitectura contemporánea este recurso del tiempo se corresponde con la división y la continuidad del espacio, que es el modo de construir una historia en un edificio. En las últimas décadas, las sucesiones de distintos espacios han sido sustituidas por una combinación que genere un espacio único con capacidad para ser muchos. De este modo en la arquitectura anterior al siglo XX, dentro de un edificio existían muchos espacios destinados a acciones concretas. Con la modernidad, hemos evolucionado a edificios que se componen de un único espacio flexible capaz de albergar infinitas acciones. En este sentido, uno de los ejemplos actuales que mejor representa esta nueva forma de entender el tiempo en la arquitectura (y también un lugar increíblemente cinematográfico) es el Rolex Center en Lausanne (2010) de SANAA. En él, todo ocurre en el mismo espacio simultáneamente y se han abolido las continuidades, las sucesiones y la forma de contar esta historia arquitectónica de un modo correlativo.
Dejando atrás el tema del tiempo, destaca en nuestra película que a pesar de la complejidad que supone convertir en imágenes una historia tan difícil como el libro “Story of your life” de Ted Chiang, Villeneuve mantiene el equilibrio entre lo que se cuenta y lo que se sugiere con absoluta precisión. Las secuencias en las que se nos muestra la nave espacial tienen un inevitable carácter arquitectónico que no se puede pasa por alto. Se trata de doce piezas rocosas que, en casi todas las ocasiones, aparecen flotando en espacios abiertos. Una especie de hito que recuerda sin duda a los monolitos de Kubrick en 2001: odisea en el espacio.
Fotograma de La Llegada (2016) donde se ve el interior de la nave espacial.
Fotografía del interior de la Capilla del Hermano Klauss(2007) de Peter Zumthor
Su imagen exterior es la de un elemento pulido e imperturbable. Pero cuando los protagonistas entran en el interior, se encuentran con un espacio cavernoso, longitudinal y orientado hacia una luz cenital donde conocerán a sus inquietantes pasajeros. Allí, en el interior de esta peculiar caverna, hallarán las respuestas a sus preguntas y alcanzarán el conocimiento de una realidad superior y desconocida para ellos.
Es inevitable pensar en arquitectos que han tenido propósitos semejantes para explorar el espacio y han dado con soluciones que bien podrían ser la nave espacial de los visitantes de La llegada. Es el caso de la Capilla del hermano Klauss (2007) que Peter Zumthor diseñó en un pequeño pueblo de Suiza y que se convirtió en uno de los edificios más sugerentes y sensibles de los últimos años. Por fuera tiene la apariencia de un monolito pulido y geométrico. Por dentro es una caverna, angosta, matérica e iluminada con una luz cenital que nos invita a encontrarnos con nosotros mismos.
Fotografía del exterior de la Capilla del Hermano Klauss (2007) de Peter Zumthor
Consciente de la importancia de este proyecto en la comunidad, Zumthor decide crear un edificio que fuese construido con la colaboración de los habitantes del pueblo. Y así fue. Todos ellos ayudaron y consiguieron hacer realidad la idea del arquitecto. Curiosamente, esta idea de la colaboración entre todos (elevada exponencialmente a toda la humanidad) es la clave de la cinta de Villeneuve y su mensaje final. El verdadero propósito de la presencia de las naves alienígenas es conseguir el trabajo en equipo de todos los que forman el planeta para ayudarse y alcanzar una herramienta que los salvará en el futuro.
Fotograma de La Llegada (2016). El equipo de la doctora Banks se aproxima a la nave alienígena
La llegada, como historia primero y ahora como historia e imagen, es un ejemplo de las múltiples relaciones que existen en el fondo y en la forma entre el cine y la arquitectura: ambas juegan el papel de un cirujano que recorre los intrincados misterios de la mente humana, conectan su realidad más mundana con otra superior, transforman su percepción del tiempo, lo trasladan a espacios sorprendentes con cada paso que da, y en definitiva, son un recurso constante de búsqueda y de reflexión sobre lo que somos.
1 comentario. Dejar nuevo
Genial conexión entre los espacios de la película y proyectos reales. No sabía la importancia que tuvo en la capilla de Zumthor el trabajo comunitario, que tan bien has conectado con la película. ¡Bienvenido!
Dejo por aquí otra referencia para el espacio interior de las naves, complementaria a tu relación con la capilla: la obra de James Turrell.