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El Romanticismo necesario de El Renacido

mayo 19, 2016FicarqWebArtículos FICARQ, Cine

Germán Valle Heredia

Let us not take this planet for granted. I do not take tonight for granted

El discurso de Leonardo DiCaprio al recoger su estatuilla este año no podía ser más claro: el cambio climático es real y hay que tomarlo en serio. En el mundo del cine, películas como El Renacido ayudan a concienciarnos de que otro tipo de relación con la naturaleza es posible, y que nuestras construcciones podrían evolucionar hacia el respeto a la misma.

Fotograma de ‘The Revenant’ (Alejandro G. Iñárritu, 2015)

En el caso de la cinta de Alejandro González Iñárritu, encontramos dos maneras de afrontar la arquitectura: la vida de los indios, con pequeñas tiendas textiles que pueden ser retiradas fácilmente y que no destacan, frente a la construcción bélica de los colonizadores, a base de madera arrebatada del lugar, que despunta y se impone sobre el terreno.

Esta dualidad arquitectónica no sólo la vemos en los edificios de la película; la representación construida sólo es un reflejo de las vidas de esas personas tan diferenciadas que se nos presentan en esta odisea ambientada a principios del siglo XIX: frente a la clara y sencilla relación de los indios americanos con el entorno, encontramos la obsesión de los colonizadores por la tecnología y la falta de respeto hacia a lo natural.

No obstante, Hugh Glass, el personaje que interpreta DiCaprio, es el punto de unión entre los dos mundos, tanto por su relación con su mujer –indígena–, como por el proceso de renacimiento al que la naturaleza lo somete. Si bien su debacle con la osa será el catalizador para que aprenda a vivir en comunión con su entorno; del mismo modo será lo que le capacite para transmitirnos a nosotros dos visiones claras que giran alrededor de la construcción, materializadas en dos de sus sueños:

Por un lado, vemos a Glass ante una pirámide de cráneos de bisonte, recordándonos imágenes reales de esa época, en las que el exterminio de multitud de estas criaturas se llevaba a cabo no sólo por obtener su carne y pieles, sino para expulsar a los indios de sus tierras, las cuales dependían de estos animales. Esta macabra pirámide es una construcción que apela a la conciencia y al hecho de aceptar los errores que se cometieron en esas nuevas tierras.

Fotograma de ‘The Revenant’ / Fotografía de pirámide de cráneos de bisonte

En otro de los sueños, encontramos las ruinas de una iglesia rodeada de árboles, como si la naturaleza se hubiera abierto paso entre sus muros y defendiera su legítimo lugar. En este punto, podemos establecer una relación directa con la obra de C. D. Friedrich, The Abbey in the Oakwood (1809). Y es que aparte de la directa relación visual de la pintura con la escena de El Renacido, toda la obra de Friedrich destaca por representar la lucha contra el avance de la tecnología, defendiendo los ideales románticos del respeto por la naturaleza y la pequeñez del hombre ante su magnificencia.

Fotograma de ‘The Revenant’ / Pintura ‘The Abbey in the Oakwood’ (G. D. Friedrich, 1809)

Así pues, el proceso de adaptación de Hugh Glass a la naturaleza, potenciado por sus visiones, casi proféticas, lo convierte en un mensajero para nuestro tiempo de la necesidad de una mejor relación de la construcción con la naturaleza. En El Renacido encontramos una película que, sin estar directamente relacionada con la arquitectura pasiva o bioclimática, nos comunica un mensaje de respeto fomentando un modo de vida más cercano a la naturaleza y a la comunión con la misma. Atenderlo u obviarlo depende de nosotros.

Título: The Revenant
Año: 2015
Dirección: Alejandro G. Iñárritu
Guión: Mark L. Smith, Alejandro González Iñárritu, basado en la novela de Michael Punke
Fotografía: Emmanuel Lubezki
Reparto: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleeson, Will Poulter

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1 comentario. Dejar nuevo

Arch&Media, un año de arquitectura audiovisual - Arch&Media
agosto 23, 2016 8:17 am

[…] El romanticismo necesario de El Renacido […]

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